Paseando por un barrio de La Paz me cruzo con esta mujer, que vende verduras en la calle Linares. Le pregunto si puedo hacerle un retrato junto a su hijo, y asiente con una sonrisa.

“Mi niño todavía no está bautizado, no tiene nombre. ¿Se lo quiere poner?”.

“Me llamo Paco, si le gusta podría llamarse así.”

“Paco” le pareció un nombre un tanto extraño, así que sospecho que su hijo no se llama como yo, pero es una bonita historia que recuerdo con cariño.

En las zonas andinas es costumbre no bautizar a los niños hasta que cumplen cuatro o cinco años, pues la mortalidad infantil es muy elevada.